*WARNING: This blog is intended for a mature audience. Its contents may include adult situations, violence and sensitive issues that some people might find disturbing. Please read at your own discretion.

26 December 2014

Unos Ojos marrones: Capítulo 26 y...

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*ADVERTENCIA: Ninguna advertencia en especial, pero... QUEDÁIS ADVERTIDOS ;-).

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Geoffrey no podía dejar de mirar al hueco que había quedado en la habitación, y no terminaba de creerse lo que veía. Sintió cómo la rabia se apoderaba de su corazón. –¿Cómo has podido permitir que sucediera?– le gritó al mayordomo, pero la única respuesta de éste fue una mirada inexpresiva. ¡Qué hombre más tonto! Su mujer había desaparecido y, ¿ni siquiera tenía una ligera sospecha de lo ocurrido? Si hasta se había ido ese vejestorio de Eliza, ¡maldita sea! ¡Eso era intolerable! Los sirvientes no eran gente de la que uno se pudiera fiar. –Retírate.– El mayordomo se disculpó entre murmullos y se fue.


Al quedarse Geoffrey a solas, su mente comenzó a cavilar. Se dejó caer en la silla más próxima, y se quedó allí sentado sin más, con la mirada perdida, hasta que de nuevo fijó la vista en aquel espacio vacío. ¡Había osado abandonarlo, y nada menos que valiéndose de un truco tan retorcido! ¡Vender su piano, qué chica tan tonta! ¿Por qué lo había dejado, por qué? ¿Acaso su amor no valía lo suficiente? ¡Maldita!

Transcurrido un tiempo, logró apaciguar su furia, y su desazón dio pasó a una amarga melancolía, que le resultaba mucho más difícil de sobrellevar. ¿Y si casarse con una chica tan joven había sido un error, después de todo? ¿Y si no hubiera sucumbido a la irresistible tentación que ella le suponía? Oh no, eso nunca había sido una opción para él; desde el mismo momento en que posó sus ojos sobre ella por primera vez, supo que tenía que poseerla.

¡Y volvería a poseerla! Estaba decidido a encontrarla...

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Vaya, vaya, así que el hijo de Eliza tenía una granja, ¿eh? ¡Quién hubiera pensado que alguien cuidaría de ella en su vejez! Y tan fácil de rastrear, además.

–Ah, estás aquí. Por fin te encuentro.– dijo Geoffrey al verla. Ésta, por su parte, se paró en seco, con un gesto de sorpresa en el rostro.


Sin darle tiempo a reaccionar, se aproximó a ella de un salto, y comenzó a examinarla, por si podía adivinar alguna información de interés a través de sus gestos: la reverencia con que ésta lo saludó, sin embargo, no delató nada.

–¿Dónde está?– le preguntó finalmente Geoffrey, que no estaba dispuesto a perder más tiempo jugando a las adivinanzas. Eliza se negó a responder. –Venga. No me mires de ese modo. Ya sabes de quién hablo: ¡de tu señora, la señora Richardson! Seguro que sabes dónde está. ¡Habla, mujer!


–Yo no sé ná, señor.– dijo ésta, apartando la vista.

Geoffrey torció el gesto. ¡Vieja cabezota! –Los dos sabemos que sí. Y vas... a... decírmelo.

–No, señor.– El tono de Eliza sonó ahora más firme. –Con su permiso, señor, ya no trabajo pa' usté. No le diré ná de ná.

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A Geoffrey se le acababan las ideas. Éste le había parecido un buen lugar para buscarla; pero, no, ¡todo había quedado en nada! Su nombre no aparecía en ninguna de las listas de pasajeros que había consultado. Por lo visto, no había abandonado el país.

A menos que...


Un recuerdo fugaz le vino a la mente. Como había concentrado toda la atención en los pasajeros de primera clase, tan solo había hojeado los nombres de los que viajaban en segunda, pero ahora se dio cuenta de que uno de ellos le resultaba familiar. Parker, Parker..., no era la primera vez que oía ese apellido. Volvió a entrar en la oficina de embarque para preguntar de nuevo.

¡Si tan solo fuera ella! La alegría que sintió ante la posibilidad de haber encontrado a su mujer superó la humillación de imaginársela viajando por debajo de su clase.

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Si las indicaciones que le habían dado eran correctas, ésta era la casa que andaba buscando. Y, aunque le costaba admitirlo, tenía un aspecto aceptable: no estaba nada mal para un simple médico.

El corazón empezó a latirle más fuerte. De algún modo, tenía el extraño presentimiento de que ella estaba cerca. ¡Oh, Claire! ¡Su Claire! Geoffrey inspiró profundamente, haciéndose la promesa de tratarla con mayor amabilidad en el futuro, y se acercó a la entrada.


Llamó a la puerta, y el hombre con barba que le contestó, lo recibió con descortesía. ¿Acaso los hombres de este país eran incapaces de mostrar buenas maneras, ni siquiera para disimular el mal humor? Aquel médico todavía tenía mucho que aprender en ese sentido; al contrario que él, que no dejó entrever en absoluto el desagrado que le provocaba.

–Buenos días, señor. ¿Es usted el Dr. Andrew Stuart?– El hombre asintió, y ambos se estrecharon la mano. La vigorosa presencia del desconocido tan sólo consiguió que el desagrado inicial de Geoffrey se convirtiera en puro odio. –Me llamo Geoffrey Richardson. Tengo entendido que mi mujer trabaja aquí.



Unos-ojos-marrones-Capitulo-25



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Nota de la autora.- Mejor voy buscando algún sitio para esconderme, ¿verdad? Bueno, pues ahora ya lo sabéis: el marido de Claire está todavía bastante VIVO :-(. Después de tantas hipótesis como he leído este año y medio, no sé cómo os lo habréis tomado, así que estaré encantada de que compartáis vuestras impresiones en la sección de comentarios :-).

Pero bueno, no estemos tristes. Al fin y al cabo es Navidad, y quiero acabar esta entrada en un tono más alegre. Abajo encontraréis mi pequeña contribución (aunque llega con un poco de retraso), y si a alguien le apetece echarle un vistazo a la del año pasado, aquí está el enlace.









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Perdon por la calidad del sonido en este villancico. Creo que es una grabación amateur que saqué de alguna parte... Espero que os guste ♥.

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Y ahora una felicitación. Claire, Andrew, Ethel, Jack, Caroline y Becky quieren desearos...

¡UNA MUY FELIZ NAVIDAD!

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Y, por supuesto, muchos besos y abrazos de parte de
Marta :-).

6 comments:

  1. Vaya, la verdad es que yo sabía (intuía) que seguía vivito y coleando el malnacido este. Ahora lo peor es que no sé cómo voy a aguantar sin saber más de este "encontronazo" hasta que nos deleites con el siguiente capítulo, pero bueno, si algo he desarrollado gracias a esta historia, es la paciencia :P
    También te deseo unas muy felices fiestas y un mejor año nuevo.
    ¡Un beso grande!

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    1. Ya suponía que muchos lo "sabíais", ya..., pero la historia va precisamente de eso, ¿no? ;-) No estaría yo muy segura de deleitaros con el próximo capítulo, pero sí puedo decir que me llevará menos tiempo que éste último...

      Muchas gracias por pasarte y, como ya me pilla un poco tarde para felicitarte la Navidad, pues te deseo un muy buen Año Nuevo :-).

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  2. I always like how you illustrate the scenes too, so there are visual and written combinations for us to enjoy! I hope you had a nice Christmas :) Happy holidays!

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    1. Thank you so much! I try to combine them both so as to make one add to the other, while not having overlapped information. I hope your Christmas was nice, too :-).

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  3. ¡Hola, Marta!

    Qué tal va todo? Te deseo unas felices fiestas y un prospero año nuevo. Quiero que sepas que aunque no te deje comentarios leo los capítulos que vas colgando, ¡y estoy muy enganchada! Lo que pasa es que estoy hasta arriba de trabajo y mentalmente estoy bastante cansada. Pero quería que supieras que me sigo pasando aunque no deje un mensaje :)

    Un beso muy grande!!

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    1. No te preocupes por no dejar comentarios: igualmente me hace mucha ilusión saber que me lees :-).

      ¡Muy felices fiestas para ti también!

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